lunes, 2 de junio de 2008

Pon un poco de Ciencia en tu vida

Un inspirador artículo por Brian Greene en el New York Times titulado Put a Little Science in Your Life. Está largo pero es algo que vale la pena:
Hace un par de años recibí una carta de un soldado americano en Irak. La carta comienza diciendo, como todos estamos dolorosamente conscientes, que servir en línea de ataque es físicamente exhaustivo y emocionalmente debilitante. Pero la razón para que escribiera era para decirme que en ese ambiente hostil y solitario, un libro que yo había escrito se había convertido en un medio de salvavidas. Como el libro es acerca de ciencia - uno que sigue la búsqueda de los físicos para las leyes más profundas de la naturaleza - la carta del soldado puede que te sorprenda como algo, pues, extraño.

Pero no lo es. Al contrario, habla del poderoso rol que la ciencia puede jugar en dar contexto y significado a la vida. Al mismo tiempo, la carta del soldado enfatiza algo que yo he llegado a creer cada vez más: nuestro sistema de educación fracasa al enseñar la ciencia de una forma que permita a los estudiantes integrarla en sus vidas.

Permítanme un momento para explicar.

Cuando consideramos la ubiquidad* de teléfonos celulares, iPods, computadoras personales y el Internet; es fácil ver como la ciencia (y la tecnología a la que conlleva) es cosida a la tela de nuestras actividades de día-a-día. Cuando el beneficio de CT scanners, aparatos de IRM (MRI), marcapasos y tubos arteriales, inmediatamente podemos apreciar como la ciencia afecta la calidad de nuestras vidas. Cuando analizamos el estado del mundo e identificamos los retos que se avecinan como el cambio climático, pandemias globales, amenazas de seguridad y los recursos disminuyentes, no dudamos en buscar en la ciencia para medir los problemas y encontrar soluciones.

Cuando miramos a las oportunidades de riquezas que flotan en el horizonte - células madre, secuencia del genoma, medicina personalizada, investigación de longevidad, nanociencia, interfaces cerebro-máquina, computadoras cuánticas, tecnología espacial - nos damos cuenta que tan crucial es el cultivar un público general que pueda enfrentarse con temas científicos; simplemente no hay otra forma de que, como sociedad, estaremos preparados para tomar decisiones informadas en la variedad de los temas que darán forma al futuro.

Estas son las razones estándar - y enormemente importantes - que muchos darían para explicar porque la ciencia es importante.

Pero aquí el detalle. La razón por la que la ciencia es todavía más profunda. La ciencia es una forma de vida. La ciencia es una perspectiva. La ciencia es un proceso que nos lleva de la confusión al entendimiento en una forma precisa, predictiva y confiable - una transformación, para esos con la suerte suficiente de experimentarla, que es fortalecedora y emocional. Para ser capaces de pensar más allá y comprender las explicaciones - para todo desde porque el cielo es azul hasta como se formó la vida en la tierra - no porque sean declarados dogmas sino porque revelan patrones, confirmados por medio de experimentos y observación, es una de las más preciadas experiencias humanas.

Yo, como un científico practicante, sé esto por mi propio trabajo y estudio. Sin embargo, también sé que no necesitas ser un científico para que la ciencia sea transformativa. He visto los ojos de niños iluminarse cuando les he dicho acerca de hoyos negros y el Big Bang. He hablado con estudiantes que dejaron la preparatoria que han tropezado con libros de ciencia popular acerca del proyecto del genoma humano y que han regresado a la escuela con un propósito recién encontrado. Y en esta carta desde Irak, el soldado me dijo como el aprender acerca de la relatividad y la física cuántica en los ambientes peligrosos y polvorientos de Baghdad, lo llevó a seguir porque le reveló una realidad más profunda de la cual todos somos parte.

Es impresionante que la ciencia sea todavía vista como tan solo como un tema que una estudia en el salón de clases o como un cuerpo aislado de conocimiento esotérico que a veces aparece en el mundo "real" en la forma de avances tecnológicos o médicos. En realidad, la ciencia es un lenguaje de esperanza e inspiración, proveiendo descubrimientos que encienden la imaginación y que inculcan un sentido de conexión a nuestras vidas y nuestro mundo.

Si la ciencia no es tu fuerte - y para muchos no lo es - este lado de la ciencia es algo, que si acaso, tal vez rara vez hayas experimentado. He hablado con tanta gente, a través de los años, cuyos encuentros con la ciencia en la escuela les dejo pensando que era algo frío, distante e intimidante. Ellos felizmente usan las innovaciones que la ciencia hace posible, pero sienten que la ciencia en sí no es una parte relevante de sus vidas. Que lástima.

Como una vida sin música, arte o literatura, una vida sin ciencia es privada de algo que le da a la experiencia una rica, y de otra forma inaccesible dimensión.

Una cosa es salir en una noche clara y fresca y maravillarse con un cielo lleno de estrellas. Otra cosa es maravillarse no solo con el espectáculo, sino también reconocer que esas estrellas son el resultado condiciones excesivamente ordenadas hace 13.7 mil millones de años al momento del Big Bang. Todavía es otra cosa es como esas estrellas actúan como hornos nucleares que proveen al universo con carbón, oxígeno y nitrógeno, los cuales son la materia prima de la vida como la conocemos.

Y todavía es otro nivel de experiencia el darse cuenta que esas estrellas apenas son menos del 4 por ciento de lo que existe allá afuera - el resto siendo de composición desconocida, llamada materia y energía oscura, la cual los investigadores están ahora trabajando vigorosamente tratando de descifrar.

Como todo padre sabe, los niños comienza la vida como exploradores desinhibidos e imperturbables de lo desconocido. Desde el momento que podemos caminar y hablar, queremos saber que son las cosas y como funcionan - comenzamos la vida como pequeños científicos. Pero la mayoría de nosotros rápidamente perdemos nuestra pasión científica intrínseca. Y es una profunda pérdida.

Un gran número de estudios se han enfocado en este problema, identificando oportunidades importantes para el mejoramiento de la educación de la ciencia. Las recomendaciones han ido desde incrementar el nivel de entrenamiento de los maestros de ciencias hasta reformas en la currícula.

Pero la mayoría de estos estudios (y sus sugerencias) evitan un problema sistemático general: al enseñar a nuestros estudiantes, continuamente fallamos en activar las ricas oportunidades para revelar los panoramas sorprendentes abiertos por la ciencia, y vez de eso, nos enfocamos en la necesidad de obtener competencia con los detalles técnicos subyacentes de la ciencia.

De hecho, muchos estudiantes con los que he hablado tienen muy poco sentido acerca de las grandes preguntas que esos detalles técnicos tratan de responder colectivamente. ¿De dónde vino el universo? ¿Cómo se originó la vida? ¿Cómo el cerebro da comienzo a la conciencia? Como la música en la currícula, que requiere que los estudiantes practiquen las notas, mientras que rara vez son inspirados tocando grandes obras maestras, esta forma de enseñar la ciencia desperdicia la oportunidad de hacer que los estudiantes se levantes de sus sillas y digan, "Wow, ¿eso es la ciencia?

En física, solo para dar un sentido de la materia prima que está disponible para apalancar, los avances más revolucionarios han sucedido en los últimos 100 años - relatividad especial, relatividad general, mecánica cuántica - una sinfonía de nuevos descubrimientos que cambiaron nuestra concepción de la realidad. Más recientemente, los últimos 10 años, han presenciado una agitación de nuestro entendimiento de la composición del universo, produciendo toda una nueva predicción de lo que el cosmos será en el futuro lejano.

Estos son desarrollos que sacuden paradigmas. Pero rara es la clases de preparatoria, y aún más rara es la clase de secundaria, en la cual estos descubrimientos son presentados. Es casi la misma historia en clases de biología, química y matemáticas.

En la raíz de este enfoque pedagógico es una firme creencia en la naturaleza vertical de la ciencia: debes dominar A antes de moverte hacia B. Cuando A sucede hace unos cuantos cientos de años, es una larga escalada a la era moderna. Ciertamente, cuando se llega a enseñar los detalles técnicos - resolver esta ecuación, balancear la reacción, comprender las partes discretas de la célula- la verticalidad de la ciencia es inexpugnable.

Pero la ciencia es mucho más que sus detalles técnicos. Y con una cuidadosa atención a la presentación, perspicacia y descubrimientos de punta pueden ser comunicados claramente y con exactitud, independientemente de esos detalles; de hecho, esa perspicacia y descubrimientos son precisamente lo que puede llevar a un joven estudiante a querer aprender los detalles. Le robamos a la educación de la ciencia de la vida cuando nos enfocamos solamente en los resultados y buscamos entrenar a los estudiantes a como resolver problemas y recitamos hechos sin un conmensurado énfasis en transportarlos más allá de las estrellas.

La ciencia es la más grande de las historias de aventuras, una que se ha ido desarrollando por miles de años, mientras buscamos entender a nosotros mismos y a nuestros alrededores. La ciencia necesita ser enseñada a los jóvenes y comunicada a los mayores de una manera que capture este drama. Debemos embarcarnos en un cambio cultural que coloque a la ciencia en su legítimo lugar al lado de la música, arte y literatura como una parte indispensable de lo que hace de la vida algo que merezca vivirse.

Es el derecho de nacimiento de todo niño, es una necesidad de todo adulto, el explorar el mundo, como lo hizo el soldado en Irak, y ver la maravilla del cosmos trascender todo lo que nos divide.
* El estado de estar en todos lados al mismo tiempo (o parecer estar en todos lados al mismo tiempo).

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